30 de marzo de 2009

Dolomitas 2005

LOS DOLOMITAS 2005

 "Sólo la naturaleza  hace grandes obras sin esperar recompensa alguna"
                                                                                   (Alexandre I. Herzen)


En esta ocasión son Mariano Fernández, junto con los palentinos Óscar, Emilio y Néctor, los protagonistas de la nueva incursión Alpina en las Dolomitas de Cortina d´Ampezzo, situados entre Italia y Austria. Esta zona es de las más clásicas para realizar vías ferrata puesto que en estas montañas se situó el frente de la Primera Guerra Mundial. Aquí los ejércitos austriaco e italiano en 1915 llenaron estas gigantescas moles de dolomía de innumerables escaleras, túneles, pasadizos... para comunicarse entre las posiciones. Hoy día estas instalaciones se han conservado pasando del uso de la milicia al puramente deportivo, el cual hace que esta zona de los Alpes, pese a su menor altura, sea una delicia para el montañero.

Comenzamos en el macizo de Sella para realizar la ferrata del Piz da Lech de Boè. Tras establecernos en Corvara, por medio del teleférico de Boé nos situamos ya en altura. Es conveniente usar remontes, puesto que hay muchos al ser estaciones de esquí y nos acercan a las vías a realizar en poco tiempo.

Aquí subimos el pico de Lech de 2914 m por su cara fácil, para descender todo el monolito por la ferrata de su cara este. Una gran cantidad de escaleras verticales nos conectan con una sirga de interminables desniveles, la gran verticalidad del recorrido desaconseja realizar este trayecto si no se domina bien el vértigo. En poco tiempo descendemos 500 m casi verticales, llegando a un plató que nos conduce de nuevo al teleférico de origen. Aquí el mal tiempo nos obliga a aparcar las ferratas, aprovechando para conocer algunas localidades vecinas del Tirol y Baviera.

Nuevamente, al remitir el temporal, pertrechados con nuestras disipadoras volvemos al grupo de Sella-Alta Badia para atacar la famosa vía de la Brigatta Tridentina, 400 m de pared que se sortean a la derecha de un espectacular torrente, remontando la cara este de la Torre Exner, para llegar al final de una pasarela que nos comunica con el lago y el refugio del Pisciadu. La vuelta la realizamos por la ruta normal hasta el paso de Alta-Badía, famoso puerto del Giro de Italia.

Cambiamos de zona y nos dirigimos a la localidad de Cortina d´Ampezzo, capital de esta región y hermosa villa de esquiadores, donde ya se celebraron unos Juegos Olímpicos de invierno. Su ambiente y construcciones nos recuerdan a Chamonix, Zermatt o Grindelwald.

Tras dejar la autocaravana en el paso D´Ospitale, a unos 5 km de Cortina, tomamos una pista forestal para alcanzar la estación intermedia del teleférico de Lorenzi, en el Macizo del Cristallo disfrutando de espectaculares parajes. Una vez en la estación superior dejamos nuestros petates en el impresionante refugio mencionado, a 3000 m con el panorama de la Civetta, las Torres del Lavaredo, la Toffana, los grupos Misurina y Sorapis etc...

A media tarde emprendemos la ferrata Marino Bianchi, más corta pero con pasos más difíciles que los anteriores recorridos. El itinerario discurre por una arista rocosa con grandes vacíos a ambos lados, alguna escalera y espectaculares vistas de los demás macizos, para llegar al final a la cima del Cristallo di Mezzo, con 3153 m de altitud. La vuelta es por el mismo itinerario, para pernoctar en el refugio de Lorenzi, bonito lugar enclavado en uno de los parajes más idílicos de los Alpes... el servicio es perfecto, comida, habitaciones, mobiliario etc...

Madrugamos al día siguiente para realizar la bajada por la D´Ibona que es una de las ferratas clásicas, punto clave en la Primera Guerra Mundial, con gran cantidad de huellas bélicas, búnkeres, pasadizos, polvorines, puestos de vigilancia...

El recorrido comienza con un espectacular puente, túneles y grandes escaleras que nos alejan del refugio. Tras ganar algo de altura alcanzamos la divisoria de aguas y por una hilera de montañas descendente nos sumergimos en el ambiente guerrillero de la Gran Guerra. Tan sólo las sirgas y en general todo el itinerario del recorrido está bien conservado, con fines deportivos, los restos de la contienda se van perdiendo con el paso de los años y únicamente algún puesto de vigilancia que se utiliza como refugio muestra restauración.

Finalmente dejamos el roquedo cimero y nos adentramos en los pastizales alpinos para bajar al bosque de abetos, una serie de pistas forestales nos dejan en el paso D´Ospitale desde donde regresamos a Cortina.

Nos quedan pocos días y aprovechamos para hacer un clásico de la zona, el Gruppo di Sesto, no sin antes disfrutar del recorrido pasando por el impresionante lago de Misurina, lugar de descanso y veraneo desde principios de siglo, engalanado por multitud de hoteles y enfocado a los deportes náuticos.

Llegamos al refugio de Auronzo situado a 2320 m y desde aquí emprendemos a pié el camino para hacer la ferrata Innerkofler al monte Paterno, espectacular recorrido, trazado durante la guerra, que transita por las entrañas de esta montaña. Tan sólo vemos la luz de las troneras que dejaron para posicionar ametralladoras y por supuesto es imprescindible llevar la frontal durante todo el itinerario.

Tras ver la luz de nuevo acabamos en el refugio de Locatelli, a los pies de la torre Toblín, un impresionante monolito utilizado como puesto de vigilancia. Posteriormente variamos el trazado de vuelta para realizar el rodeo a las tres torres del Lavaredo, pasando por sus caras norte que constituyen algunas de las grandes vías clásicas de escalada de los Alpes. Finalmente enlazamos con nuestro punto de partida, el refugio de Auronzo, donde retornamos a casa.

Los Dolomitas están compuestos por 13 macizos de roca sedimentaria similar a la caliza de la Cordillera Cantábrica, sus alturas no son muy destacadas como en Alpes centrales, pero su belleza paisajística, la verticalidad de sus paredes, la singularidad de sus cimas, así como la accesibilidad a las vías ferratas, las hacen únicas en su género.

Texto: Javier y Mariano Fernández López.
Fotografía: Óscar Díez Higuera y Néctor Pérez.

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