19 de noviembre de 2015

Javier y Óscar en un submarino



JAVIER Y ÓSCAR EN UN SUBMARINO













 




























Finalizando nuestro raid por tierras sudamericanas visitamos El Callao, el puerto de Lima donde antaño salían galeones repletos de oro para España. Nos sorprende el fuerte Real Felipe y algo realmente imprevisto, la armada peruana mantiene un submarino ya en desuso para visitas del público.

HISTORIA DEL SUBMARINO ABTAO

En los años 50 los 4 submarinos clase “R” habían cumplido largamente sus 25 años de servicios a la Nación y el Gobierno dispuso su remplazo por modernas unidades de ataque (cazador/matador) con la mas moderna tecnología de la posguerra y diseño exclusivo para el Perú, denominándolos “Clase Sierra”. Fueron construidos en los astilleros de la Electric Boat Co. en Connecticut, Estados Unidos, y bautizados con las denominaciones Lobo (S-1) y Tiburón (S-2), que arribaron en Julio de 1954 y Atún (S-3) y Merlín (S-4), que llegaron al Callao en Noviembre de 1957, posteriormente fueron denominados Dos de Mayo (SS-41) , Abtao (SS-42), Angamos (SS-43) e Iquique (SS-44).

El Abtao fue lanzado al agua el 27 de Octubre de 1953 en el puerto de New London, en Connecticut y bautizado con el nombre de Tiburón. El afirmado del Pabellón Nacional fue el 1 de Marzo de 1954 y tras un periodo de entrenamiento en los Estados Unidos navegó al Callao, incorporándose a la Armada Peruana el 20 de Julio de ese año. Desde entonces cumplió importantes misiones en la flotilla de submarinos, que contribuyeron en tiempo de paz a disuadir a cualquier enemigo potencial de ir a la guerra.

El 29 de Marzo de 1957 se le cambió de nombre a “Abtao”  en homenaje a uno de los combates más importantes de la historia del Perú, el Combate Naval del 7 de Febrero de 1866 frente a la costa de Abtao, Chile, librado entre  la escuadra española y la vencedora escuadra aliada peruano-chilena, al mando del Capitán de Navío Manuel Villar, distinguido miembro de la Armada peruana.

El “Abtao” tiene mil quinientas toneladas de desplazamiento, 80 metros de eslora (largo), 9 metros de manga máxima (ancho). Cuenta con  4 tubos lanzatorpedos en la proa y 2 en popa, además de un formidable cañón de 5” en cubierta. Su profundidad operacional (inmersión) fue de 200 metros y una dotación de 7 oficiales y 33 tripulantes calificados en el arma submarina.

Durante sus 48 años de servicio totalizó 5003 inmersiones. Submarinistas  de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela fueron entrenados a bordo, sumando centenares los submarinistas peruanos que orgullosos lo tripularon, dando muestras de su alta capacidad y hábil empleo táctico en maniobras realizadas con unidades de las Armadas de Estados Unidos, Chile, Ecuador, Colombia y Reino Unido y otros países  y dando pie a la prosa de Nicomedes Santa Cruz que dijo: “qué distinto hubiera sido, de haber tenido Grau un submarino peruano en su flota”…

SUBMARINISTA POR UN DÍA

La visita al Museo de Sitio Naval nos brindó la oportunidad de conocer “in situ” cómo se vivía y trabajaba en tan reducido espacio, donde los submarinistas pasaban largas temporadas. Por limitaciones de espacio a bordo del submarino Abtao y para su comodidad los visitantes son organizados en grupos de 30 personas como máximo. La visita se inició con una ambientación preliminar en una sala multimedia, réplica del puesto de mando del submarino, conocida como Puesto Central, en la cual se proyectó durante 10 minutos una síntesis de la realidad marítima del Perú: el Mar de Grau, el poder naval peruano y su Arma Submarina.



Al término de la proyección el grupo se trasladó con un guía al submarino. Embarcamos  por la pasarela y bajamos por la escotilla de proa, (para confort de las damas recomiendan que vistan pantalones y no calcen tacones). La visita en el interior la iniciamos por el compartimento de torpedos para continuar por los compartimentos de baterías de proa, puesto central, baterías de popa, máquinas y motores, seis en total. La visita dura unos 40 minutos aunque nosotros aprovechamos para permanecer algo más allí.

VISITA A BORDO

Comienza en el compartimento de torpedos, donde vemos 4 tubos lanzatorpedos, literas y casilleros para personal subalterno y los servicios higiénicos para oficiales. Se continúa por el compartimento de baterías de proa, donde están las camas de los 3 técnicos más antiguos de la dotación, una camareta para 4 oficiales, el camarote para el Comandante y eventualmente para el Comandante de la Fuerza de Submarinos, el camarote del Segundo Comandante y del Jefe de Ingeniería, la Cámara de Oficiales, que puede alojar dos Oficiales adicionalmente y que en combate se convierte en sala de ploteo por sónar, la Secretaría y la despensa de Plana Mayor.

Llegamos al Puesto Central, en este compartimento se da inicio a la recreación, en audio, de un combate submarino contra una fuerza de superficie enemiga. Es uno de los momentos más emocionantes que se inicia cuando se escuchan las órdenes del Comandante para entrar en inmersión con el fin de atacar y destruir al enemigo. ¿Qué sucederá? Durante esta recreación los visitantes pueden usar el periscopio del submarino y grabar esta inolvidable experiencia.

Sigue el compartimento de baterías de popa, donde vemos los servicios higiénicos del personal subalterno,  la cocina, el comedor de tripulación, y en la cubierta inferior  las cámaras frigoríficas y el pañol de munición, las literas del resto del personal subalterno, el armero y la enfermería. Pasamos luego al compartimento de máquinas donde se encuentran los dos motores Diésel para propulsión y carga de baterías y el control con el cual se operan los 2 motores eléctricos de propulsión. Finalmente llegamos al compartimento de motores donde están los 2 motores eléctricos de propulsión y carga de baterías, 2 tubos lanza torpedos, las compresoras de aire y el eyector de señales. En esta fase de la visita tenemos una recreación de luz y sonido única en un submarino museo en el mundo. Algo para recordar.

La visita continúa en cubierta donde podemos accionar el cañón de 5 pulgadas. Hasta enero de 2013 más de medio millón de visitantes han disfrutado esta experiencia.

Extractos de http://www.submarinoabtao.com/index.html

17 de marzo de 2015

Camino inca a Machu Picchu


CAMINO INCA A MACHU PICCHU
(Video)










































CAMINO DEL INCA   (Expedición ANDES-SLAC 14)


“No conozco otro lugar en el mundo que pueda compararse en la variedad de sus encantos y en el poder de su hechizo” 

 Hiram Bingham descubridor del Machupicchu

Con casi 9000km de longitud, los Andes acreditan ser la cordillera más larga del planeta,  en ellos también se halla la cima de América, el Cerro Aconcagua con sus  6942m de altitud. A 3800m aparece el lago Titicaca, de 8000km2 que, entre superficies lacustres, es el lago navegable más alto de la Tierra. El desierto de Atacama es el más árido del mundo. La Cordillera Blanca es el sistema montañoso tropical más alto que existe, con el Huascaran de 6800 m cima de los trópicos. El nevado Alpamayo está reconocido por muchos como la montaña más bella del planeta. El campo de hielo más vasto del continente lo encontramos en los glaciares de la Patagonia Austral entre Chile y Argentina. Para finalizar el Cotopaxi, en la Avenida de los Volcanes de Ecuador, es el volcán activo más alto que existe, y su vecino el Chimborazo es el punto de la superficie más alejado del centro terrestre. Como se puede apreciar, es una cordillera para seducir.

 En esta ocasión desdeñando las cimas de los Nevados, que tan bien conocemos, Óscar y Javier junto con Luís Miguel y Carlos nos proponemos realizar el Camino del Inca. No por ser senderismo pierde su hechizo andino.

CUSCO

Lima suele ser una ciudad de paso para los andinistas y desde allí es importante concertar el vuelo a  Cuzco, su duración es de una hora escasa, mientras que si optamos por el bus cama será más económico, pero con 22 horas de duración, mas el regreso por supuesto. Llegamos los 4 andinistas a Cusco que a 3200m y considerado el “ombligo del mundo” era la capital del imperio. Esta ciudad requiere unos días de estancia para visitar sus encantos del pasado.

Como en todas las poblaciones de estos lares encontramos la Plaza de Armas y sus calles son de trazado colonial con empinadas rampas. El esplendor de sus iglesias y palacios se hace patente. También visitamos el mercado central o de San Pedro, donde cada mañana vienen y van campesinos cargando cestos llenos de ropa multicolor de alpaca o barreños con mate de coca, infusión muy recomendable para vencer el mal de altura, o soroche, como lo llaman aquí. En los puestos fijos se puede degustar el cuy, roedor muy tradicional en la gastronomía peruana.

El Coricancha o recinto de oro, como era conocido, fue un lugar sagrado donde se rendía pleitesía al máximo dios inca: el Inti (el Sol), por lo que sólo podían entrar en ayunas, descalzos y con una carga en la espalda en señal de humildad, según lo indicaba el sacerdote mayor Willaq Umu. El frontis era un hermoso muro proveniente de la más fina cantería, decorado únicamente por una banda continua de oro puro de una palma de alto, a tres metros del suelo, y un techo de paja fina y delicadamente cortada. La catedral construida sobre el Palacio de Viracocha es fiel reflejo del mestizaje arquitectónico.

VALLE SAGRADO

Existen lugares en los Andes donde convergen historia, montañas y leyendas. Tal vez sean estas últimas las que más atraen al montañero. Muy cerca de Cusco encontramos la fortaleza de Sacsayhuaman de impresionante aspecto, estas piedras talladas en múltiples ángulos dan testimonio de la tenacidad de los Incas, máxime cuando no había cinceles de hierro. No es de extrañar que el cronista Garcilaso de la Vega afirmara “fueron construidas por demonios no por hombres”

Los ríos son las arterias de las civilizaciones y el Valle del Vilcamayo, hoy conocido como el Urubamba, fue el centro agrícola del Imperio conociéndose como Valle Sagrado. Los vestigios incas abundan en todo el recorrido, en la ciudad de Písac la misa es en quechua y los ritos son más cercanos a la mitología Inca que al cristianismo. Salvando un desnivel relativamente pequeño accedemos al asentamiento Inca que no deja de sorprendernos, sus habitáculos están hechos con verdaderas moles de piedra exquisitamente talladas y perfectamente ensambladas. También observamos los andenes para los cultivos. Según las investigaciones era la Hacienda Real de Pachacutec. 

            Continuando por el Valle Sagrado visitamos las salinas de Maras, sorprendente obra de ingeniería hidráulica con unos estanques escalonados en los cuales se obtiene la salmuera que finalmente se convierte en sal. Antiguamente los incas comercializaban este producto con otros pueblos a cambio de cuero, lana y otros objetos manufacturados. No muy lejos, en Moray, se conservan los andenes circulares construidos para la explotación agrícola, principalmente el maíz y las papas. Todos los años en octubre se celebra el Moray Raymi o Fiesta del Sol en una vistosa ceremonia.

CAMINO DEL INCA
Toda expedición comienza antes del viaje, sus orígenes, su historia, las costumbres del entorno, sus fotos antes de transitar esos parajes. Estamos hablando del que puede ser el “trekking” más popular de Suramérica. Existen dos rutas. La ruta clásica, podíamos decir de bajura, partiendo del Km 77 del ferrocarril que une Cusco y Aguas Calientes, población situada al pie de Machupicchu, con jornadas más bien apacibles y sosegadas. Por el contrario la ruta Salkantay se desenvuelve en unos escenarios más salvajes, mucho más acorde para exploradores como nosotros.
 
El pistoletazo de salida nos sitúa en Mollepata a 2900m y comenzamos con una sorpresa, que evidentemente no comentan en la agencia, los porteos a lomos de los burros sólo admiten 5 kilogramos por persona. La primera jornada es exigente, unas 8 horas superando 1000m de desnivel. Tenemos una representación internacional, españoles, alemanes, nepalíes, croatas, un chileno y un brasileño. Todos más o menos aclimatados en Cusco.

Los primeros pasos discurren por zonas verdes y poco a poco el ambiente adquiere tintes andinos. En el Paso de Sayllapata ya se divisa el Humantay, muy próximo al Salkantay de 6271m. Este fue  escalado por primera vez en 1952 y desde entonces cuenta con pocas repeticiones, su cara sur permanece virgen. Nos detenemos media hora y por mucho que la estudiamos no encontramos ruta lógica, canales entrecortadas, pendientes muy pronunciadas. Sólo su visión ya nos compensa el esfuerzo del día. Reponemos fuerzas en Soraypamapa a 3900m. Son unas instalaciones un tanto cutres y pernoctamos en unas tiendas protegidas por un toldo. La noche andina despliega todas sus constelaciones con gran nitidez.
La ingestión de líquidos es vital para acometer el itinerario. En el desayuno abundante té e hidratos de carbono. Continuando el ascenso, el segundo día ya no queda vegetación dando paso a la nieve y algunos expedicionarios contratan caballos para acceder al Paso de Salkantay que con sus 4600m es el punto culminante de la travesía. El panorama es de pegada, para algunos la máxima cota que han hecho en su vida.

Una vez en este idílico enclave cada grupo de senderistas escucha atentamente a sus guías las viejas leyendas que arropan la zona, la mitología inca y estas montañas comparten infinidad de creencias y anécdotas, algunas más creíbles que otras, pero siempre dignas de escuchar atentamente y con todo respeto. El jaguar, el cóndor y la serpiente simbolizan la guerra, la paz y el mundo oculto respectivamente.

Iniciamos el descenso y en pocas horas el paisaje experimenta mutaciones insospechadas, de imágenes puramente andinas a 4600m nos internamos poco a poco en un valle con ambiente más selvático. Acampamos en Chaullay. Aquí no hace frío, tenemos alguna ducha y los guías como de costumbre nos preparan palomitas de aperitivo antes de la cena.
Nuevo día y jornada de relax, atrás quedan los días  más exigentes. El día es placentero, el recorrido distendido. El guía nos enseña algunas plantas medicinales como la cola de caballo y poco después pasamos de largo Colpapampa, instalando el campamento en Sahuayacu Playa. Esa tarde descendemos en vehículo a Santa Teresa con un gratificante baño en sus aguas termales, la verdad es que nos lo hemos ganado. Esa noche el guía, Primo, no nos traduce lo que dice en inglés, no le damos mucha importancia, pero  más tarde descubrimos que está un tanto resentido por la ejecución de Tupac Amaru en 1781.


Es el cuarto día y tenemos que llegar a Aguas Calientes, primero por el camino y finalmente por la vía férrea. La verdad es que el acceso al enclave está muy abandonado, la carretera en muchos tramos esta sin asfaltar y la vía del tren denota un caótico estado de mantenimiento. Son los últimos Km y tenemos ganas de llegar. La prosperidad de Aguas Calientes es evidente, no es un pueblo cualquiera de Perú. Con 600 000 visitantes al año Machupicchu es el mayor reclamo turístico del país.

La culminación del Camino requiere un último esfuerzo, prescindiendo de los microbuses que ascienden a la ciudadela optamos por subir a pie al día siguiente. El amanecer en las ruinas será el final apoteósico del azaroso camino.

DESCUBRIMIENTO DE MACHUPICCHU

Al día siguiente con verdadera ansiedad por penetrar en una ciudad abandonada hace más de cuatrocientos años, desistimos de usar el bus y caminando en menos de una hora subimos. Lo que vemos a continuación dará pábulo a los sentidos. A nuestra diestra divisamos el Huainapicchu, cerro que domina la ciudadela y primera imagen de la puerta de entrada a la misma. A partir de aquí la imaginación se desborda, el aire sabe diferente y el deambular por los vericuetos del pasado se torna mágico.

Pero antes de describir aquella inolvidable jornada, lo mejor es como en toda historia empezar por el principio. Fuertemente influido por su padre y abuelo el norteamericano Hiram Bingham decide explorar zonas desconocidas de Sudamérica en busca de restos de civilizaciones ya extinguidas. Se centra en una ciudad Vilkabamba, como antiguo reducto de la resistencia inca ante el arrollador avance de los españoles. Las deducciones de Bingham la sitúan en un valle, el del río Urubamba.

Consiguiendo fondos de la Universidad de Yale llega a Cusco donde contrata mulas y se aprovisiona para una larga incursión en la selva alta. Por suerte el gobierno peruano había abierto recientemente senderos y puentes colgantes sobre el Urubamba para dinamizar unas tierras tan remotas.

Al sexto día llega a una lugar denominado Mandorpampa, donde conoce a un campesino, Melchor Arteaga, quien le habla del Cerro Machupicchu y de los restos de una gran ciudad. Aunque son muchas las leyendas que circulan sobre las reliquias de las metrópolis incas, Bingham no desperdicia oportunidades y ascendiendo durante dos horas llega hasta donde habitan dos familias, y un niño se ofrece como guía hasta el intrincado laberinto de paredes con bloques de granito, casi sepultadas por la espesa vegetación. Era el 24 de Julio de 1911, y hacía casi 400 años que había sido abandonada. Pasa todo el día sacando instantáneas antes de proseguir su periplo en pos de Vilkabamba.

EXPEDICIÓN CIENTÍFICA A MACHUPICCHU

Una vez en los Estados Unidos se convence de la importancia que reviste el descubrimiento accidental y desecha la búsqueda inicial. Gracias a las fotos consigue más fondos y en 1912 prepara una numerosa expedición científica que cuenta con un osteólogo, un geólogo, arqueólogos y docenas de obreros. Sin saberlo, Bingham inicia un viaje hacia la inmortalidad.
Al cabo de una semana de excavaciones aparecen los primeros huesos y posteriormente se suceden los desenterramientos. De los cien cadáveres aparecidos el 80% son mujeres y comienzan las hipótesis: ¿puede tratase del Templo de las Vírgenes del Sol?, ¿puede tratarse de una fortaleza?, ¿tal vez será la Vilkabamba perseguida inicialmente?

Aparte de los cadáveres se localizan varios utensilios como cuchillos de bronce, sencillas herramientas y vasijas de cerámica. Poco a poco se limpia la densa vegetación y se hace la luz en un lugar tan remoto e inaccesible. Lo cierto es que Machupicchu presenta un aspecto majestuoso y sobrecogedor a la vez.

Casi cien años después sabemos mucho pero aún nos queda un trecho. Fue en tiempos de Pachacutec, un emperador inca, cuando esta civilización alcanza su esplendor. Unido a sus dotes militares inicia obras de carácter civil, como calzadas, templos, obras hidráulicas, unidades administrativas, ciudades y zonas de cultivo. En tres décadas demostró sus preciadas dotes de liderazgo, haciendo de los Incas en Sudamérica lo que fue Roma en Occidente.

CONOCIMIENTOS ACTUALES

Con toda seguridad la construcción de la ciudadela comenzó en esa época hacia 1450, aprovechando la cantera de granito blanco y su privilegiada situación a 2400 m. de altitud. Y con toda probabilidad fue abandonada hacia el 1532 cuando el país del oro pasa a ser una nación dependiente de España.

Ya en la década de los 80 Richard Burger y Lucy Salazar, antropólogos de la Universidad de Yale, investigando los restos de cerámica encuentran vasijas que conducen a una sorprendente revelación: pertenecen a los Collas, residentes antaño en las proximidades del Titikaka. Se trata de uno de los pueblos adsorbidos por los Incas y que resultaron ser los mejores canteros del continente, siendo trasladados a Machupicchu para trabajar en las 170 edificaciones. Curiosamente a pesar del transcurrir del tiempo los bloques graníticos se ensamblaron con precisión quirúrgica y sin mortero. Aun hoy entre sus juntas no cabe casi ni un alfiler.

En cuanto a la teoría del Templo de las Vírgenes del Sol, es otro antropólogo, John Verano, quien establece un criterio determinante tras un minucioso análisis de los huesos encontrados y sometidos a modernas técnicas como la del “Carbono 14”. Llega a la conclusión de que la mayoría de las mujeres han sido madres y el mito de aquellas mujeres extraídas de sus hogares en edades muy tempranas para dedicarse al culto del Hijo del Sol, ya no tiene base científica.

Es en 1956 cuando muere Bingham sin saber si se trata de Vilkabamba. Pero el aventurero Gene Savoy descubre la citada urbe a unos 80 Km al Noroeste de Machupicchu. Casualmente Binghan pasó por allí pero la selva conservó celosamente sus secretos bajo un tupido manto verde.


A excepción de las techumbres de las casas todo lo demás permanece intacto. Si fuese abandonado, en dos o tres años la Naturaleza se lo comería otra vez y para evitar esto un esmerado servicio de mantenimiento desbroza la maleza todos los meses. La ciudad se divide en dos sectores bien diferenciados: el agrícola y el urbano, Se accede desde al sector agrícola llegando al Puesto del Vigilante, que posee una vista panorámica inmejorable junto con la Roca Ritual y el Cementerio. Llama la atención la sucesión de terrazas, unas 600, aparentemente simples pero que en realidad son el secreto del Machupicchu, pues constituyen un sólido asentamiento y al tiempo los cimientos de la ciudadela, única explicación para mantenerla erigida tras 4 siglos.

Dichas terrazas son el área de cultivo, con unos muros de contención de 2,5 m. Allí se depositaron piedras grandes, rellenando el interior con otras de menor tamaño para seguir con grava, arena y finalmente una capa de un metro de tierra fértil subida desde el Urubamba, a mano, por un desnivel de 550m. Componen un total de casi 5 Ha cultivables. Sin lugar a dudas la construcción de Machupicchu involucró a miles de hombres.

El sector urbano tiene una plaza principal que delimita lo que Bingham denominó Conjunto Palaciego: las viviendas de los sacerdotes y familias. Los templos son lo más impresionante. El primer edificio que enseñan a los turistas es el Templo del Sol: sus muros rodean una de las rocas sagradas de la metrópoli y tiene una ventana a Oriente de tal forma que el día que entra el Solsticio de Invierno los rayos solares penetran de forma incisiva. Es lo que los incas llaman una huaca, un observatorio.

En la residencia del inca o Palacio Real avistamos unos dinteles de tres toneladas y una hermosa mampostería. El Intiwatana está ubicado en una colina conformada por varias terrazas y andenes. En la parte superior hay una plataforma con una roca granítica tallada en tres escalones y con forma caprichosa. Debía cumplir la función de medir el tiempo, algo muy importante para la agricultura, y también tenía uso como altar.

Atravesando la plaza principal, lugar de congregaciones por su extraordinaria resonancia, llegamos al final del asentamiento descubriendo la Roca Sagrada, donde aparece una piedra con la silueta de un monte circundante a Machupicchu, en un pequeño recinto cuadrangular que seguramente cumplía fines rituales. Otro de los templos es el de las Tres Ventanas que, como su nombre indica, muestra tres voluminosas ventanas con los vanos ciegos. Bingham elaboró la hipótesis de los tres hermanos Ayar que fundaron la civilización inca.

Observando el esmerado acabado surge una pregunta ¿cómo consiguieron los alarifes tallar piedras de estos tamaños si no disponían de cinceles de hierro y menos de acero? Pues sencillamente usando piedras más duras, seguramente del río Urubamba pues allí se encuentran materiales pétreos que resisten la erosión de la corriente y en la cantera se han encontrado lo que denominan “piedras martillo” también subidas hasta la ciudad.

En cualquier caso los misterios perduran, empezando por el verdadero nombre de la ciudad puesto que Machupicchu es un cerro igual que el Huaynapicchu, ¿Tal vez fuera el mayor centro de la civilización inca, un lugar al que se le atribuye el sobrenombre de Tampu Tocco? No hay prueba reputada. Lo cierto e importante es que un día en la inmensidad de la desolada cordillera andina, la naturaleza se manifestó y el inca supo escuchar.

Hasta aquí el relato de nuestra experiencia por estas tierras, en las que una vez más nos sentimos integrados, tanto en su Historia como en su Naturaleza las cuales dejarán en nosotros un recuerdo inolvidable.

Guión:            Javier Fernández  Miembro del SLAC sección de montaña
Fotografía :   Óscar Díez